Grupo Asobe: Las crónicas de una princesa condenada.

miércoles, 9 de abril de 2008

Las crónicas de una princesa condenada.

-No pude convertirme en princesa porque el muy idiota seguía mirando. Mi colita blanca se estaba helando y pronto llegaría la noche y no podría concluir el malévolo plan que tenía para acabar con mi madrastra- me contaba.
Yo contemplaba cómo se irritaba cada vez que recordaba la historia, y se exaltaba de vez en cuando. Me hacía gracia la chica, porque para calmarse ella misma, soltaba de repente un: “¡Dios, es que…!” y suspiraba.
-Escondida entre los cisnes del lago, y camuflada con plumas blancas y pico colorado, nadaba paseando por el moho que se había acumulado en la superficie del agua.- prosiguió tras aquel sulfurado “¡Ufff!”.- Yo sabía que me observaba, y que me había visto convertirme en ave, ¿sabes? Seguramente me habría seguido desde el cobertizo del bosque donde guarda la bruja sus pociones y todos estos cachivaches y artilugios.
Yo prestaba atención a la historia de la muchacha, esta vez ya con el rostro rojo y enojado; parecía echar humo por las orejas. Aquello afeaba su imagen, la verdad.
-En cuanto crucé el bosque para poder llevar mi plan acabo fue cuando noté que algo me perseguía, pero sin darle mucha importancia, seguí caminando como si de nada se tratase. Tonta de mí cuando pensé aquello, porque en realidad ahí estaba él, contemplando curioso el frasco que llevaba en la mano. Estaba etiquetado entre las pociones de “princesas”, porque claro, no querrás que me hubiera convertido en una rana, ¿no? Eso es para príncipes…
>> Bueno, la cuestión es que cuando llegué hasta el lago, me quité las ropas cautelosamente y…
Cuando dijo aquello, me imaginé su bella figura desnuda y algo esbelta, (aunque no mucho), mientras se deslizaban aquellos trapos de seda que llevaba mientras me contaba la historia por su cuerpo. Me estremecí de tan placentera imagen en la mente, y me santigüé.
-… Y me metí al lago con el frasquito en la mano. Cuando el agua me cubría hasta el pecho, entonces lo destapé y bebí despacio tres sorbos de él, como me había dicho la hechicera. De repente, noté un súbito calor recorrer mi cuerpo y vi cómo mis piernas humanas se convertían en las patas de un hermoso cisne. Mis manos en alas majestuosas, mi cuello diminuto, en un hermoso cuello de cisne, y mis labios en un pico al que no me acabé de acostumbrar. Ahora podría llegar por fin hasta el otro lado del reino.
Aquello me confundió un poco.
-¿Quieres decir que sólo se puede llegar hasta la otra orilla nadando? ¿No puedes rodear el bosque?
Ella anegó con la cabeza.
-¿Acaso crees que sería digno para mí, una princesa de alto rango cruzar la parte prohibida del bosque? No, no, no y rotundamente no. Me han contado muchas historias de ese bosque, y dicen que quien entra jamás ha salido de él, y que pasan a ser parte de aquellos animalillos atrapados por el espíritu maligno del hechicero.
Yo arqueé una ceja, pues jamás había oído tal disparate.
-Bueno, da igual, prosigue.
- Pues lo que te contaba, cuando me convertí en cisne para poder llegar nadando (pues no sabía hacerlo), hasta el otro lado del reino, lo vi: alto, apuesto, intrépido…
Tan sólo le faltaba hacer un “Mhmmmmmm” como suspiro y poner esos ojos de enamorada que ponen todas las palurdas.
-¿Y?
-Envainaba la espada que estaba buscando, aquella que te conté que necesitaba para poder romper las cadenas del armario de los hechizos etiquetados como hechizos para “madrastras malvadas”.- parecía volver a enojarse- ¿Entiendes? Aquello era una muy buena noticia, pero sin embargo no lo era tanto.
Se explicaba mal la pobre, pero la entendí.
-¿Qué podría hacer yo ahora si me veía convertirme de nuevo en princesa? A demás de aparecer completamente desnuda ante él y morirme de la poca vergüenza que me queda, yo soy una criatura totalmente indefensa frente a la fuerza de un hombre como aquel.
-¿Entonces qué decidiste?- pregunté algo interesado
-Pues lo que toda una princesa digna haría: ¡Esperar a que anocheciera para poder convertirme de nuevo en humana!, además, así no me vería. Y así fue. Seis largas horas estuve nadando por el lago haciéndome la loca, como si no hubiera visto al caballero, ya que no quería levantar sospechas alguna. Y cuando calló la noche, acompañada de una luna menguante, decidí convertirme de nuevo en lo que yo era en realidad. Dije las palabras que la bruja me indicó: “Abra kha dabra, pata de cabra ¡Conviérteme en humana!” Y mi cuerpo de ave volvió a desvanecerse y de nuevo pude contemplar mis senos firmes.- lo sé, descripción algo detallada- Para mi suerte, él estaba durmiendo; entonces, apresurada, cogí mi vestido de seda azul, y me vestí. Cautelosa, me acerqué hasta él. ¡Cómo roncaba el tío!
No pude evitar soltar alguna risotada.
-Y con cuidado, intenté arrebatarle la espada. A medida que la iba desenvainando, su hoja brillaba con más intensidad; sin duda, era la espada que estaba buscando. Pero el muy ingenuo tuvo que despertarse. “¡Ahá!”, dijo mientras me agarraba fuertemente de la muñeca. “Te atrapé, y además te he pillado con las manos en la masa” Yo hacía como si nada hubiera sucedido: “¿Qué dices? Estás loco” él rió descaradamente. Dios… es que… ¡ufff!
Ahí iba otra de sus rabietas. De verdad que vivía la historia.
- Me miraba con deseo, de aquello sí que pude darme cuenta. Quizás tendría alguna escapatoria y le podría seducir, pues todos los hombres que se han interpuesto en mi camino han acabado hechizados por mí.
- ¿Te refieres a un hechizo de frasco?
- ¡No hombre! Hechizados con mis propios métodos naturales, ya sabes…- dijo descarada mientras se señalaba el cuerpo entero- Pero no dio resultado. Se ven que a éste le había castrado o algo.
- ¡Princesa, por favor! Comienza a ser algo molesta su historia.
-Está bien lo siento, sin detalles… Bueno, entonces, me arrastró a la fuerza hasta su caballo blanco con montadura de oro. Me esposó y me subió en él. “Veremos qué es lo que dice el juez” dijo y el caballo comenzó a trotar. Creo que ya sabe el resto de la historia, padre.
Ambos quedamos en silencio. El resto de la historia era que la habían encarcelado en éste putrefacto calabozo por obstrucción a la justicia y por intento de asesinato a la propia reina; aunque si os soy sincero, ni yo mismo me fío de ella.
-¿Qué opina, padre?- me dijo esta vez ya más modosita.- ¿Algún hechizo para perdonar mi pecado?
Yo dudé ante aquella petición.
-No. Reza tres “Padres nuestros” y dos “Ave Marías”. Aunque de momento, no creo que esto te sea eficaz.
La muchacha sonrió apenada y agachó la cabeza..
-Gracias padre por intentar expiar mis pecados- y me abrazó a la vez que me besaba en la mejilla.
“Dios, perdónala porque no sabe lo que hace” pensé, y tras eso, salí de su celda, y me dirigí de nuevo hasta el monasterio.
Allí me recibió la hermana Catalina.
-¿Cómo fue el día de confesiones en la cárcel?
Pero estaba tan apenado por la pobre princesa, que ni si quiera le conteste, y fui directo a la cama.
Pobrecilla, si supiera en realidad lo que le esperaba tras rezar aquellas oraciones. Una muerte segura, letal y despiadosa sería el castigo que le esperaba tras haberla atado con una soga en un poste, y haberla encaminado hacia la hoguera.
Laura Martínez García.
Espero que os guste!

2 comentarios:

Matías Irarrázabal dijo...

Interesante texto un juego de narradores...algo fantastico...una princesesa bastante jugeutona.....me encanto...pero quiero intentar encontrar algun tipo de trasfondo a las figuras de la princesa convertida en cisne

saludos cordiales

buen texto

Ashniet dijo...

Buena la historia, me gustó.
Entretenida, llamativa.

mmmm... encontraste algun trasfondo?

Saludos...

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