Grupo Asobe: Ironías de la huída; parte uno

sábado, 18 de julio de 2009

Ironías de la huída; parte uno

I.
Mi hermana y Marcelo querían llegar a Iquique. Marisol no tenía una opinión clara. Yo presumí que nos seguiría a donde fuéramos (ni siquiera yo sabía un ápice dónde íbamos a ir) pero, finalmente, terminó desapareciendo.
–¿Por qué Virgencita santa?, ¿Por qué?.
Más bien yo la hubiese seguido a donde fuera. La amaba con desesperación y sentía que una parte de mi moría cuando más rápido transcurrían los días y ella no hacía acto de presencia. Innumerables veces me armé de valor para iniciar yo mismo la búsqueda, pero Isabel, mi hermana, tomándome por el cuello me detenía.
-Acaso también quieres desaparecer o que te dé otra paliza el conchadesumadre de Miguel y te deje sangrando y tirado en el piso…, no sé lo que haría si te llegara a pasar algo, no tengo a nadie en el mundo más que a ti--- me decía llorando mientras me rogaba para que no saliera del departamento aquella tarde, tomándome del brazo y con las lágrimas inundando sus dos grandes ojos negros (unos ojos que evocaban los ojos de mi madre, de Marisol, de Marcelo, de todas las muchachas del mundo de que pudiera enamorarme), para que me quedara con ella acompañándola.
Mientras más pasaban las horas y los días, más me angustiaba, tal cual estamos ahora. Terminé de veras enfermo y con los nervios destrozados de tanto esperarla y lo más paradójico es que aún la espero… yo creo que la esperaré por siempre a no ser que me enamore de otra chica y con el tiempo termine olvidándola. Pero eso lo pongo en tela de juicio, de veras. No creo que me vuelva a enamorar, Marisol caló hondo en mi corazón, lo extrajo de mi pecho y lo estrujó y sorbió hasta la última gota de sangre... sin lugar a dudas que ella era Avellaneda y yo la amaba. ¿Ustedes saben lo que es tener el corazón estrujado? ¿Ustedes saben lo que es tener los nervios destrozados y hechos añicos a los quince años?… Bueno, eso era lo último que nos podía pasar, que alguno de los cuatro desapareciera, pero nuestra huída teníamos que realizarla si o si, así que cuando ya faltaba una semana para zarpar ya habíamos perdido todas nuestras esperanzas... eran más de dos meses que no teníamos noticias de ella. La dimos por muerta. Otra putita adolescente desaparecida pero adentro del corazón sabíamos que estaba muerta. Me resistía a creerlo. Yo la amaba. Tengo algo escrito en mi diario de esa fecha:


Valparaíso, el 23 de marzo del 2005; por el momento solo quiero encontrarme con Marisol, hace semanas que no la veo y a esta altura creo que estoy sintiendo cosas por ella, no tengo claro que cosas pero las siento en el corazón. Es como un escozor frío que me recorre el pecho cuando le hablo y ella me mira y se ríe y nos reímos olvidándonos de todo lo que pasa en el mundo. Ruego por que esta atracción sea recíproca. No he tenido suerte con las mujeres. Tengo unos versos de San Juan de la Cruz que estoy seguro que le gustarán, eso si que tuve que hacerle unas modificaciones del español antiguo que creo que no lo entendería, quien sabe:


¿Por qué pues has llegado
a este corazón
y me lo has robado?
¿Por qué así lo dejaste
y no tomas el robo que robaste?
Yo le diría, toma de una vez el robo que robaste, mi corazón ya lo tienes en tus manos, has de él lo que quieras salvo que no me lo destroces y me lo mates. Marisol, olvídate de una vez por todas de la edad. Cuatro años no son para tanto.


Si me preguntan si es que deseo que aparezca el cuerpo, no sabría responderles. Sería una pieza inobjetable para incriminar al chulo de Miguel pero de veras que lo dudo. Sin embargo, son poderosos y si se lo proponen, pueden eliminarnos y eliminar todas las pruebas que lo sindican como culpables. Temo que nos persigan al norte o a dónde sea o que tengan conexiones en Iquique. Esto último es sumamente probable. Llevamos las de perder…
Tan difícil no se presentó el panorama después de todo, era cosa de irnos del departamento, tomar el primer bus con destino al norte y largarnos sin mirar atrás, así mismo como lo hizo el maricón de mi padre cuando tomó su camioneta y nos abandonó. No obstante, paso lo inevitable. Nunca pensamos que pudieran estar ahí....
Allí pretendíamos vivir del arte, es decir Marcelo y yo escribiendo poesía, cuentos y novelas, y mi hermana pintando. Mi hermana tenía un no sé qué cuando nos mostraba sus bocetos o sus obras terminadas. A veces nos quedábamos horas dilucidando aquellos trazos, a veces días enteros y después a partir de lo que había pintado mi hermana, con Marcelo nos salía un versito o dos. Marisol hubiera sacado fotografías con la cámara que ambos robamos de una súper tienda que queda al frente de la plaza de La Victoria, estoy seguro. Las obras que resultaran de ese trabajo serían vendidas a los mecenas nortinos ávidos de nuestra creación juvenil y de allí tendríamos algún dinero para vivir. Seríamos unos artistas callejeros, por lo pronto hambrientos, y de eso viviríamos en el norte...
Una pendejada tras otra........ menos mal que Marcelo antes de entrar a estudiar matemáticas hizo un curso de guardia de seguridad. Mas, ese curso estaba avalado por carabineros. Por lo pronto mi cuñado y amigo tenía un oficio, y como siempre se necesitan guardias y cosas que cuidar, Marcelo tendría trabajo y por ende, el mínimo en nuestros bolsillos... una pendejada tras otra....

1 comentarios:

Admin dijo...

esta bueno, pero debes intentar no estetizar exageradamente la narración, evita epitetos innecesario, sigue escribien, saludos!

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