Grupo Asobe: MARK

domingo, 9 de marzo de 2008

MARK

Mark entornó sus ojos irisados. No era de extrañar que esta vez le mandaran al reformatorio. “Aquel sitio apesta” pensó Mark “No voy a ir” pero no tuvo más remedio. Siempre sucedía igual, ¿Que qué había hecho esta vez? Bueno, incendiar los contenedores de basura colectivamente es suficiente razón para mandarle hasta aquel lugar una vez más, por no contar las veces que rompió ventanas de vecinos tirando piedras, pintarrajear el ayuntamiento de su pueblo con sprys o incluso atracar la tienda de la gasolinera.
Mark era un joven indomable, libre, pero debía aprender los límites de su libertad.
Su padre le enseñó que el límite de tu libertad termina cuando comienza el del otro. Sí aquello lo sabía y lo cumplía, teniendo en cuenta que la libertad del otro era más reducida que la de él, o en esa razón se basó para no culparse de que lo que hacía, estaba mal.
La verdad que todo no fue culpa de él. La tristeza en tiempos anteriores le invadió con la muerte de su padre, y gracias a ella quedó exhausto y demacrado, hasta ahora. “Ya no hay razones por las que lamentar, pasó y pasó”, se decía Mark, “ahora papá no está, y sus ideales no sirven.”
Eran las seis de la tarde; sé sentó en el sofá del salón. Tiró la mochila del colegió al suelo, que todavía la llevaba porque no había vuelto a casa hasta ahora, y se tumbó. Encendió el televisor e hizo como si nada hubiera pasado.
Mark era una persona bastante orgulloso, y hacía caso omiso a todo lo que le decían; y esta vez no iba a ser diferente. No iba a ir al reformatorio, no, y punto. Intentó clamarse, pero sus nervios le pudieron. La policía estaba en la puerta de su casa, hablando con su madre. “Mamá se opondrá” se seguía diciendo Mark.
Un portazo brusco le avisó que la conversación entre los municipales y su madre había acabado, ahora esperó a que su madre llegara hasta él, le echara la bronca, y le dijera que no lo volviera a hacer. Siempre hacía lo mismo: la policía traía a Mark a casa después de cometer un delito. Mark se iba al comedor a ver la tele mientras su madre hablaba con la policía, después su madre le regañaba, y le advertía que aquella sería la última oportunidad. “Esta vez ¿Porqué va a ser diferente?” Se preguntó Mark. Suspiró, y se respondió a él mismo: “Porque esta vez has estado en una pelea callejera con navajas y has herido a una persona”
_ ¡¿Se puede saber en qué estabas pensando?! _ Le gritó su madre que había llegado hasta el comedor_ ¡Esta vez va en serio, Mark!
Mark miraba la tele, tumbado.
_ ¡Escúchame! _ le volvió a gritar._ ¡Esta vez te vas a ir!
Mark se volvió a mirarla sorprendido, y se sentó bien.
_ ¿Se puede saber qué estás diciendo? _ preguntó Mark angustiado_ No voy a ir...
_ Sí que irás jovencito_ dijo su madre más calmada, pero enfadada_ Estoy harta de decirte lo que está bien y lo que está mal. Si crees que ya eres mayorcito y hacer lo que a ti te venga en gana debes asumir las consecuencias que estas traen. Mark.
Mark estaba nervioso. Aquella vez parecía ir en serio.
_ Mamá... ¿es así como me educas? _ Denotó el muchacho_ ¿Deshaciéndote de mí?
_ Mark, no me deshago de ti, yo intento ayudarte, pero tú no colaboras, y... esta vez te van a llevar.
_ Sólo tengo 15 años...
_Lo siento...
Su madre se alejó del comedor, y fue hasta la cocina. Él aprovechó y subió a su habitación. No iba a dejar que le llevaran, no a aquel lugar. Estaba decepcionado con la elección de su madre, pero no había vuelta atrás. Si se quedaba, tres años de su maravillosa vida, o más, se desperdiciarían, y no lo podía permitir.
Cogió la misma mochila del instituto y vació el par de libros que tenía metidos. Se fue hasta el armario de madera y lleno de pósters de Eminem, su cantante preferido, cogió un par de sudaderas para la noche, y un pantalón. En realidad no tenía ni idea de a dónde se iba a dirigir, pero en casa no se podía quedar, aquello estaba claro. También echó un par de paquetes de cigarrillos, veinte pavos para comprarse algo de comer en la gasolinera, y en efecto, algo de comida (galletas saladas y un paquete de gominolas). Cuando cayó la noche, llegó el momento de escaparse, fugarse. Correría sin rumbo fijo hasta encontrar un buen escondite, pasaría en él la noche, y por la mañana volvería a caminar hacia cualquier otro lado.
Salió por la ventana. Sin saber cómo ni porqué, cayo de pie al suelo, sin hacerse ningún rasguño, se colocó su gorra militar, y con paso chulo, emprendió su camino en dirección opuesta de su casa, hasta que se aparó súbitamente, y miró hacia atrás. “Siempre recordaré el apoyo que me faltó”, y tras eso, suspiró rotundo, y de nuevo sus pasos airosos resonaron por la estrechez de la calle. “Algún día se darán cuenta de que me echan en falta.” Lo que no sabía, era que sería él quien se sentiría indefenso ante la nostalgia y melancolía del recuerdo de su hogar, al fin y al cabo, es un camino que él eligió. ¿Qué le depararía en el futuro?
Laura Martínez.

4 comentarios:

Oscar Ramirez dijo...

sería bueno compartit uno ke otro criterio... pertenezco a un grupo literario, y bueno hacemos actividades culturales en trujillo, y nada, espero contactarme con ustedes... bye

Mefistófeles dijo...

Mark viene del alemán, que significa "Marca". La "marca" eran los límites o fronteras de las tierras medievales que eran defendidas por "marcas" -casi siempre con guardias, y por aquel entonces, no se profesionalizaban del todo. Los caballeros del medioevo, guarecian directamente de los castillos-.
Quizás Mark no correspondía con su nombre, y rompía fronteras por una historia personal; como la tenemos todo.
ES culpable?... No lo sé.
Buen texto.

Saludos

Matías Irarrázabal dijo...

Interesante historia retrata una especie de antiheroe callejero que va viviendo las consecuencia de lo realizado...soy de los que piensa que la vida esta hecha en base una balanza todo se encarga de equilibrarte a base de diferentes experiencias

saludos cordiales

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Sencillamente increíble, grandísimo texto

Un saludo

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