Grupo Asobe: La llave

domingo, 31 de agosto de 2008

La llave

Corrí hasta la galería a buscar entre la ropa de la cesta de la plancha mi camiseta blanca para el gran evento.
De repente, y como si fuera por arte divino, un rayo de luz -uno muy intenso- fue a parar justo en la llave que andaba tirada por los suelos.
Creo que fue como un aviso de algo.
Me agaché y la recogí. Era la llave de la terraza de arriba. ¿Se suponía que tenía que ir hasta allá corriendo? Tenía una corazonada, y es que pocas veces suelo tener esa sensación.
Pero, ¿Qué podría estar aguardándome allá arriba?
Con un impulso surgido por la curiosidad, me puse rápidamente las zapatillas de andar por casa y grité desde la puerta: “ahora vengo”
Llevaba la llave en la mano, e imaginándome la cantidad de cosas que me podrían depara en la terraza, subía las escaleras con alguna esperanza de que mi vida diese algún giro, - por muy pequeño que fuese-
“Quizás me esté esperando un ovni para llevarme con él al espacio…” (Aquello lo pensé porque acababa de ver la nueva película de Indi) “¿Qué se puede hacer en la terraza? Pues se puede encontrar a un vecino que se está fumando un cigarrillo, o se puede encontrar a un suicida que se quiere arrebatar la vida precipitándose hacia el negro de la carretera, que, escéptico de l vida, ha dejado de confiar hasta de sí mismo. ¿Quién sabe? Quizás me aguarde un destino maravilloso tras subir las escaleras del segundo, pasar las del tercero y abrir la puerta grisácea de la terraza. O tal vez encuentre una lámpara mágica con un genio dentro que está preso y que pronto yo seré su nueva ama y pueda pedirle tres deseos. O también puedo encontrarme a…. pufff a saber. A la loca del tercero con una pistola en la mano para matarme, o al pervertido del primero que intentará seducirme, (y que de hecho lo conseguirá), o…” Y por un instante paré de subir escalones. “Quizás lo encuentre a él, esperando de nuevo nuestro encuentro para comenzar la faena que dejamos a medias, y quizás me susurre que siente haberse marchado y me sugerirá hacer el amor en medio del atardecer en una terraza bañada de polvo. Una tarde pasional, llena de orgasmos, (o sin ellos) que me hiciesen estremecer de placer, y junto a eso me espera allá arriba el recuerdo de cómo lo hicimos aquella vez…. La última vez que le vi, nuestro primer y último adiós.”
Pronto me di cuenta que la llave que abría mi destino, también estaba abriendo mis recuerdos que consideraba ya remotos.
Suspiré, y lentamente abrí la puerta. Allí estaba yo, buscando mi sorpresa; mas nada encontré. Tan sólo las cuerdas de tender la ropa con cantidad de ella que mi madre anteriormente había ido a tender era lo que me aguardaba allá arriba.
Miré hacia el cielo. Estaba cubierto por un oscuro manto grisáceo, a punto de llover.
¡Maldita sorpresa! ¿No era más que el aviso de una tormenta que mojaría mi blusa blanca que quería ponerme para el gran evento?


Laura Martínez

2 comentarios:

Jesus Dominguez dijo...

Muy bueno, Laura.

Un saludo

Jesús Domínguez

Laura dijo...

Gracias Jesús.

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